Dicen que aquellos que no conocen el pisco lo toman como agua para después no poder tenerse en pie. Una clara alusión a lo tierno y suave presente en nuestra cultura en asociación a lo fuerte y devastador. Una dualidad, tan propia de la vida
contemporánea y reiterada desde tiempos pasados, de los sentimientos contradictorios y opuestos, de las pasiones y amores, pero también del resentimiento y la venganza. Una resaca de nuestros dilemas nacionales tensionados entre las
aspiraciones de universalidad y un localismo miope y sin perspectivas.